El FMA IA-58 Pucará (en quechua, ‘fortaleza’) es un bimotor
turbohélice de diseño y construcción argentina (designación Fábrica
Militar de Aviones), que voló por primera vez el 20 de agosto de 1969.
Está diseñado
para operar en pequeñas, y no necesariamente preparadas pistas de tierra, en posiciones de combate
adelantadas.[1]
El
Pucará resulta muy eficaz para trabar
combate contra helicópteros, cuando éstos carecen de cobertura aérea, aunque no
está capacitado para luchar contra aeronaves a reacción.
El
nombre Pucará está relacionado con la gran cantidad de armamento que puede
cargar, entre las ametralladoras, cañones y las tres fijaciones para armamento
externo (2 bajo las alas y 1 bajo el fuselaje).
Su tren de aterrizaje permite
operación normal aún en pistas de tierra. Prueba de ello fue la actividad del
Pucará en Malvinas desde las tres bases aéreas, dos de ellas con pista de tierra
(Bases Cóndor y Calderón)[2]
Durante el conflicto desempeñaron misiones de exploración,
apoyo cercano a las tropas que combatían en Darwin, escolta armada de helicópteros,
exploración
marítima y ataque a posiciones de artillería en apoyo a tropas del
Ejército, además de haber logrado el único derribo aire-aire de la FAA de la
guerra, al dar cuenta de un helicóptero Scout.[3]
Cabe preguntarse como un avión a hélice para el
combate actual puede durar tanto como
concepto y que además se invierta en su modernización. La respuesta está en
que la principal fuerza aérea del mundo y otras más están regresando al
concepto del apoyo cercano a las tropas con aviones a turbohélice.
La USAF ha lanzado el concurso LAS (Light Air Support) que se
trata de una competencia por suministrar una aeronave de ataque ligero a las
fuerzas armadas de Estados Unidos y los tres concursantes son aeronaves a
turbohélice, ex entrenadores transformados en aviones de ataque ligero . Se
comenta que la propia Boeing antes de decidirse por patrocinar al Bronco, estuvo de visita en FAdeA mirando el
Pucará a fin de rastrear la posibilidad de volver a fabricarlo.
En la década del setenta, Uruguay analizó la necesidad de
modernizar su material de combate. Casi obvia, fue la selección del FMA IA-58A Pucará, debido al
nivel de compromiso que existía entre los gobiernos de Argentina y
Uruguay, además de contar con una buena financiación y la posibilidad
de contar con los aparatos de manera casi inmediata.
El 12 de noviembre de 1980 se firma el contrato de compra, el
cual incluían seis aviones (con opción a dos más), entrenamiento, repuestos,
mantenimiento inicial y armamento lanzable. Siendo el destino de estos aparatos
el Grupo de Aviación N° 1 con asiento en Durazno.
Una distinción que
tienen los Pucara de las FAU es la de contar con personal femenino dentro de los pilotos que lo vuelan,
siendo Carolina Arévalo la primer mujer
en tener el mando de un IA-58.[4]
Carolina Arévalo, de 22 años, emprendió su vuelo de
“bautismo” en un I-A 58 Pucará. [5]
Junto a otra joven uruguaya, se convirtieron en las primeras mujeres
piloto de combate de América Latina, tras egresar de la Escuela Militar de
Aeronáutica (EMA) en el año 2000 y luego de pasar dos años recibiendo
instrucción en esa especialidad.[i]
Ellas son;Carolina Arévalo y María
Eugenia Etcheverry.
Compartimos
con orgullo que el vuelo de bautismo de Carolina, haya sido con un avión de
fabricación argentina!
[i] Las
fotografías son de la revista "Galería"; 20 junio 2002 .
En la fotografía aparecen la Alférez (Aviador) Carolina
Arévalo (n. 1980; foto principal) y la Alférez (Aviador) María Eugenia
Etcheverry (n. 1976; detalle), las dos primeras mujeres egresadas de la Escuela
Militar de Aeronáutica en diciembre del año 2000 (ingresaron en 1998).